escaldado
50 g harina de centeno blanco
30 g lino marrón
30 g pipas de girasol
15 g semillas de chía
15 g sésamo tostado
200 g agua
masa final
200 g masa madre trigo 100% hidratación madurada 24 horas
escaldado
100 g harina trigo
225 centeno blanco
125 g agua
1 yogurt (tipo bifidus, 125 g)
35 g sirope (o miel)
10 g sal
Comenzamos tostando las semillas: en primer lugar el lino y cuando veamos que está caliente añadimos las semillas de chía. Cuando empiecen a estallar y a salirse de la sartén, apartamos del calor y reservamos. Añadimos ahora a la sartén las pipas de girasol y cuando empiezan a coger color añadimos el sésamo. Unas vueltas y unimos a las semillas anteriores, añadimos también la harina y a continuación el agua hirviendo. Movemos enérgicamente y reservamos dos horas.
Al escaldado anterior le añadimos la MM, agua, yogurt y sirope; batimos bien y añadimos la harina de trigo y la sal, seguimos batiendo con varillas durante el tiempo que la mano aguante. Añadimos el centeno, mezclamos bien y repartimos en dos moldes pequeños o uno grande previamente engrasado y espolvoreado con harina de centeno. Echar sobre la masa harina de centeno, semillas o simplemente pulverizar con agua y hacer una única fermentación a temperatura ambiente hasta duplicar el volumen. En mi caso han sido 6 horas, pero todo dependerá de la temperatura a la que esté sometida la masa. Hornear a 250º durante 20 minutos con vapor y el resto, hasta completar 60 minutos, a 200º sin vapor. Enfriar en rejilla y, una vez frío, envolver en papel vegetal y esperar al menos 24 horas antes de partirlo, aunque si aguantas 48 h mejor aún.